Las licitaciones son duras, requieren un periodo de trabajo muy intenso y exigen recursos considerables. Las agencias más importantes dedican equipos de 6 a 8 personas a las grandes licitaciones, además de recurrir a expertos externos. Hay un alto grado de sensibilidad respecto a los conflictos de interés y el uso de información privilegiada, lo que significa que las impugnaciones son relativamente comunes y las agencias de la UE se las toman muy en serio. Si se plantea una controversia durante el proceso de licitación, la evaluación puede quedar en suspenso hasta que se resuelva la cuestión.